Nuestro 15 se fue. Y digo nuestro porque era nuestro.
Te siento conmigo, sé que estás. Eres parte de mí y en mí te quedarás. Me diste la mano para trepar hasta aquí. Con amor y paciencia me aupaste el pie para que pudiera subir. Y yo no me daba cuenta de que me ofrecías todo tu impulso, hundiéndote un poco para que yo llegara más arriba.
Caminábamos entre un antepecho y otro, cogidos de la mano, tú siempre pendiente de que me resultara agradable la travesía. Y yo no. Yo, agobiado, dándote por sentado. Bendito agobio.
Hasta que llegamos a lo que decidí que fuera el final, porque estabas tan abajo que yo ya había dejado de oírte. Solo me llegaba tu voz si la alzabas. Las cosas que decías bajito, cargadas de cariño, yo no las oía. Qué sordo estaba.
Quiero poder alzarte, mirarte a los ojos desde tu mismo escalón y decirte que no habrá ningún 15 más que no sea nuestro.
