viernes, 28 de noviembre de 2014

Por fin soy débil

Buenas noches.

Quería empezar hoy diciendo que estoy contento, hasta que he recordado que esto es un simple blog, no la vida real, y por tanto aquí no hay necesidad de mentir. En realidad, no me gustaría dar la sensación de que soy un alma en pena, por raro que parezca. De cualquier modo, sois totalmente libres de juzgar. Para eso hemos sido socializados, por más que nos duela reconocerlo.

Voy a decirlo con la boca pequeña: estoy orgulloso de un pequeño avance que he visto en mí últimamente. Las circunstancias recientes que he atravesado han conseguido llevarme a deconstruir una fuerte asociación que operaba en mí - y en la mayoría de los hombres, gracias al férreo sistema patriarcal que nos oprime - entre sentimientos y debilidad. Ahora soy capaz de expresar cómo me siento sin experimentar ningún tipo de vergüenza o sin sentir que estoy haciendo una estúpida concesión a mi yo más sentimentaloide.

Sin embargo, lo más importante no es eso. Lo más crucial en esta guerra que he conseguido vencer tras casi 24 años de lucha es que me admito e incluso fomento esa parte. Estoy alimentando al embrión afectivo que se ha implantado en mi cerebro y que legitima mis emociones. Puedo decir que ahora me permito dedicar un tiempo a valorar mis sentimientos y hacer balance de mis vivencias en base a estos. Ya no soy sólo yo y mis circunstancias: soy yo, mis circunstancias y la manera en que me afectan.

El embrión aún tiene que transformarse en feto y mi cerebro tiene que dar a luz. Estoy seguro de que el proceso va a ser más largo y complejo que un embarazo convencional, pero valdrá la pena. Muero de ganas por ver la carita de mi bebé.



No hay comentarios:

Publicar un comentario